Mueren 45000 mujeres al año a causa de la hemorragia puerperal o posparto, definida como un sangrado excesivo tras el parto, lo que la convierte en una de las principales causas de mortalidad materna a escala mundial. Incluso cuando no es mortal, puede tener secuelas en la salud física y mental durante toda la vida, desde graves daños orgánicos a histerectomías, ansiedad y traumatismos, informó en su sitio web la Organización Mundial de la Salud.
«La hemorragia puerperal es la complicación más peligrosa durante el parto, ya que puede empeorar a una velocidad alarmante. Si bien no siempre es previsible, con la atención adecuada pueden evitarse muertes», declaró el Dr. Jeremy Farrar, Subdirector General de Promoción de la Salud y Prevención y Atención de Enfermedades. «Las directrices tienen por objeto potenciar al máximo el impacto donde mayor es la carga y más limitados los recursos, a fin de que más mujeres sobrevivan al parto y puedan regresar sanas y salvas a sus hogares y a sus familias ».
Ante esto organismos mundiales de la salud publican nuevas recomendaciones para tratar de poner fin a las muertes por esta causa por lo que se recomienda seguir las nuevas directrices de referencia mediante las cuales los principales organismos dedicados a la salud reproductiva hacen un llamamiento a introducir un cambio importante en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la hemorragia puerperal.
Publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y la Confederación Internacional de Matronas (ICM), las directrices introducen nuevos criterios de diagnóstico objetivos para detectar la hemorragia puerperal, a partir del estudio más grande sobre el tema hasta la fecha, también publicado hoy en The Lancet.
Muchos casos de hemorragia puerperal ocurren sin factores de riesgo identificables, lo que significa que la pronta detección y la respuesta rápida son fundamentales. Sin embargo, en muchos entornos, especialmente donde los recursos de la atención de salud y las salas de parto están sobrecargados, los retrasos en el tratamiento tienen consecuencias devastadoras.
Por lo general, se considera que hay hemorragia puerperal cuando la pérdida de sangre es igual o superior a 500 ml. Sin embargo, se aconseja al personal clínico que actúe cuando la pérdida de sangre llegue a los 300 ml y se hayan observado constantes vitales anormales.
Para un diagnóstico temprano de la hemorragia puerperal, se recomienda al personal de enfermería y de partería que monitoreen estrechamente a las mujeres tras el parto y que utilicen paños calibrados –dispositivos sencillos que recolectan y calculan con precisión la sangre perdida– para poder actuar de inmediato al cumplirse los criterios.
En las directrices se recomienda poner en marcha de inmediato el conjunto de medidas MOTIVE una vez diagnosticada la hemorragia puerperal, que incluye:
• Masaje del útero;
• Fármacos oxitócicos para estimular las contracciones;
• Ácido tranexámico para reducir el sangrado;
• Líquidos por vía intravenosa;
• Examen vaginal y genital; y
• Escalada de la atención si el sangrado persiste.
En los raros casos en que el sangrado continúa, se recomiendan intervenciones eficaces como cirugía o transfusiones de sangre para estabilizar de manera segura el estado de la mujer hasta que pueda utilizarse otro tratamiento.

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